Ya han pasado varios meses de pausa obligada, después de la inactividad inicial, redefinimos estructuras, orientación del negocio, cambiamos el estilo de trabajo y nos dimos cuenta que en un porcentaje elevado se podía trabajar desde la casa, con las condiciones que facilitaran esa nueva modalidad.
Por el período del año en que estamos toca mirar hacia adelante, cerrar de la mejor manera posible el 2020 y visualizar que hacer con nuestro negocio, hacia dónde orientarlo, si es necesario cambiar de rubro, incluir nuevos productos, estar más presentes en redes y modificar los sistemas de venta, entre otras cosas.
Es momento de identificar los mejores colaboradores, en el nivel que sea y FORMAR TALENTO. Prepararnos para el futuro implica tener claridad de dónde estamos parados en el presente y las acciones que tomemos condicionarán nuestro futuro. Por la diáspora y los emprendedores (en este caso la mayoría muy jóvenes) hay gente muy bien pagada para retenerlos que pasan de los 44 o 45 años. Talentos con competencias, muy buenas y larga experiencia para hacer frente a los avatares de ésta época. Pero luego hay una franja de personas que casi no están: los que tienen entre 30 y 40 años. Es decir, los que cuentan con 6 a 16 años de experiencia con cierta estabilidad, que están llamados a ser la generación de sucesión. En esa franja encontramos los emprendedores que no quieren estar en relación de dependencia, los que se aburren rápido o buscan crecer profesional y económicamente a través de los cambios y sus curricula reportan períodos cortos de estadía en cada empresa, los que se han desempeñado en empresas poco estructuradas o pymes, los que no cuentan con la experiencia requerida en momentos como los actuales.
¿Qué hacer entonces?: FORMAR TALENTO, formar a la gente joven que demuestre actitud, compromiso y valores, a riesgo que luego cambien de empresa o se vayan al exterior. Es una manera de que las empresas contribuyan a formar país, a anclar a estos jóvenes en valores y ética. Cuando esto cambie habrá que traer gente de afuera, es verdad, pero aprovechemos esta circunstancia para formar a la gente internamente. Esto exige claridad en la identificación de competencias, así como en la identificación de compromiso, valores y actitud. Cada organización cuenta con líderes capaces de participar en programas de este tipo, más de formación que información. La información la consiguen en cursos o talleres específicos. La formación requiere de guías, líderes íntegros que tengan en cuenta que están orientando al futuro del país en este presente.
Que el cambio que se espera y se necesita no tome a las organizaciones desprevenidas para salir luego de manera improvisada a cubrir posiciones para las que no se preparó a nadie a tiempo. Invertir en la formación, aún en situaciones de dificultades, tiene sus réditos cuando haya una expansión y haya que volver a contratar. Sus empleados apreciarán que se ocupe de ellos y ¿por qué no? es también una manera de retenerlos, además de facilitarle apoyo de otro tipo, cuando es posible.