Fachada Empresarial:
Hace unos días, hablando con alguien que se quiere cambiar de empresa, me comentaba cómo la empresa en la que está mantiene una fachada de prestigio, solidez, estabilidad. Y que diferente era por dentro: bajo esa fachada había una organización sin definiciones claras, con muchas ambigüedades, mucho desorden interno en cuanto a roles y procesos.
Eso hacía su trabajo más complicado porque provenía de una empresa estructurada, con roles claros y definidos, sumamente organizada y abierta a la participación de su gente, tomando en cuenta sus ideas para mejorar procesos, procedimientos, sistemas.
En la que está trabajando no suelen escuchar, hay parcelas de poder y es muy difícil proponer cambios para mejorar.
¿Qué nos enseña esto? Que antes de aceptar una oferta hay que investigar muy bien a la empresa ofertante, no dejarse llevar por marcas, prestigio, sino verificar cómo son sus políticas de recursos humanos, que tan abiertos están a aceptar sugerencias, ideas, innovación para mejorar, cómo es su cultura gerencial, si practican la escucha activa o no y, en caso de escuchar luego implementan aquello que es susceptible de mejorar o engavetan las conversaciones, lo que provoca malestar y desmotivación y, como en el caso que les menciono, están mirando hacia afuera.
Una oferta súper atractiva no es desdeñable pero el dinero, aunque pueda cubrir más allá de las necesidades no cubre la ética y la satisfacción en el trabajo. Este tipo de empresas suele dar poco feedback y reconocimiento y despiden de la noche a la mañana, incluso sin ser claros en los motivos, por lo que quién es desincorporado no tiene la más mínima idea de las causas que generaron su despido.
Son empresas que pocas veces encuentran los candidatos ideales que buscan ya que están más orientadas a descalificar que a dialogar a tiempo para corregir errores o maneras de hacer las cosas. Así siempre tendrán alta rotación que se incrementa cuando los mercados se activan económicamente.
En resumen: no se ciegue por una muy buena oferta, investigue antes de aceptar. Esas empresas a lo mejor cambian algún día o no, y se pasarán la vida con ese juego que en definitiva les suele resultar costoso